Esta efigie de San Pascual Bailón, de tamaño académico, tallada en madera, dorada, plateada y policromada, pertenece a la Iglesia Parroquial de Tartanedo (Guadalajara), y fue intervenida dentro del convenio de colaboración de la Universitat Politècnica de València con el Ayuntamiento de la localidad para realizar el proyecto de intervención en la citada parroquia.
La talla presentaba desprendimientos y faltantes, zonas desconsolidadas, ataque generalizado de insectos xilófagos y, sobretodo, múltiples estratos de repintes que ocultaban la policromía y aspecto original de la obra.
Tras la documentación y estudios iniciales, se procedió a realizar una consolidación puntual de las zonas debilitadas y en riesgo de desprendimiento, utilizando para ello coletta italiana y, posteriormente, aplicando calor y presión mediante una espátula caliente. Devolviendo así la planimetría y las formas originales a los estratos levantados. Posteriormente, se fijaron con adhesivo acrílico las piezas sueltas (mano izquierda del santo y partes de la nube).
Fue necesario realizar una primera limpieza mecánica con brochas, escalpelo y a punta de bisturí, pues en muchos recovecos de la pieza se habían adherido estratos de suciedad acumulada que era necesario retirar, pues es un continuo foco de contaminación e infección, pues pueden anidar insectos u hongos, además de alterarse la naturaleza de los materiales que conforman la obra.
Posteriormente, se inició la limpieza físico-química. Debido a la variedad de repintes y su naturaleza, se hizo de forma muy selectiva. Así pues, los ropajes se limpiaron utilizando empacos de gel de acetona en una primera fase, y una segunda limpieza con una dispersión de jabón neutro en agua. Las carnaciones se limpiaron con ácido acético rebajado en agua, y la nube y las zonas doradas, con alcohol isopropílico, y puntualmente con dimetilsulfóxido rebajado en agua.
En todo momento se controló por rayos UV el efecto y nivel de limpieza, para asegurar que se realizase de la forma más homogénea dada la diversidad de materiales usados en los repintes y los varios disolventes y mezclas necesarios para su remoción.
Tras este paso, se aplicó un primer barnizado a brocha, mate, para proteger el estrato polícromo original de los posteriores procesos de intervención. Realizado ésto, se inició la reintegración volumétrica y reposición de faltantes. Se utilizó resina epoxídica de dos componentes con la que se moldearon las partes faltantes y, posteriormente, se retallaron y texturizaron para adaptarlas al perímetro que las rodeaba.
Finalmente, con la aplicación de un estucado tradicional, enrasado y texturizado, sobre el que se realizó la reintegración cromática (de criterio ilusionista, pues esta Imagen está expuesta al culto a la altura de los fieles y se ve de cerca), se terminó el proceso con el barnizado final a modo de protección.
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