Tal día como hoy, hace 455 años, nace el Carmelo descalzo en Ávila de manos de Santa Teresa de Jesús, en 1562, pues se funda el Convento de San José. Posteriormente, junto a San Juan de la Cruz, fundarán la Orden del Carmelo Descalzo.
A propósito de ello, hoy traemos una intervención realizada sobre una pequeña efigie de barro cocido y policromado representando al Niño Jesús en iconografía pasionista.
Trae junto a Él un cordero, en referencia al Cordero Místico y la figura de Jesús como Pastor y Guía de las almas cristianas. El conjunto, atribuido a Cristóbal Ramos (1725-1799), se puede observar en los fondos expositivos del Museo Carmen Coronada del Convento del Santo Ángel de Sevilla.
La efigie presentaba muchas roturas y faltantes, siendo los más acusados los de ambos brazos; así como deformaciones debido a la estructura interior de metal y alambre que con los golpes había perdido y cambiado su posición original. Observamos además perdidas de policromía y estratos de suciedad superficial.
Se realizó primero, por ser más acusado y necesario, una consolidación general de la pieza y de las zonas faltantes con riesgo de desprendimiento. Para ello se utilizó una resina acrílica en dispersión acuosa a bajas proporciones, no superando el 15%, para afianzar los estratos debilitados.
El siguiente paso fue moldear de nuevo los alambres internos para devolver las piezas sueltas a su posición original.
Terminado esto, se procedió a la limpieza de la Imagen. Se llevó a cabo usando jabón neutro en disolución acuosa a baja proporción, entre 10-20%, neutralizando posteriormente su actividad detergente.
Con la pieza limpia, se procedió a devolver la integridad formal al conjunto. Se repusieron los brazos, haciendo un pequeño estudio de anatomía y composición para acercarnos lo más posible a las formas que pudiese tener en origen, guardando la armonía y naturalidad y, al mismo tiempo, recuperando la funcionalidad: el Niño debía llevar (por la posición e iconografía de la Imagen) una cruz al hombro mientras con la otra mano coge la cadena que guía al cordero.
Como material se utilizó la pasta de modelado Darwi de secado al aire y alta dureza. Con ella se repusieron los brazos, parte trasera de la túnica, parte del cuerpo del cordero y un pequeño faltante de la peana. Posteriormente, se estucaron las lagunas y se enrasaron. Con la reintegración cromática, a base de criterio ilusionista o imitativo, y el barnizado final se terminó el trabajo sobre la pieza.
La cruz se hizo nueva con madera de balsa que levemente se talló para darle volumen. Posteriormente, se policromó imitando incrustaciones de carey y se barnizó. Se le añadió un perímetro de pan de plata fina. Se realizó una pequeña cadena plateada que sostuviese el Niño llevando al cordero y se limpió y acoplo una pequeña corona de orfebrería del siglo XVIII para tocar la cabeza del Niño Jesús.
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