Estas piezas, si bien no resultaban excesivamente valiosas por su naturaleza material, ya que provienen de los talleres seriados de Olot (Girona), sí tenían cierto interés histórico. Fueron realizados por la fábrica Las Artes Religiosas, a principios del siglo XX, puesto que dicha fábrica se fundó en 1902. Uno de ellos está sellado en la base, en la zona trasera de la nube. En la actualidad, estos moldes ya no se realizan, puesto que la fábrica ha desaparecido, así como la gran mayoría de las que existían en la localidad, quedando un pequeño reducto de ellas. Entre esas, existe todavía El Arte Cristiano.
Los ángeles, de
considerables dimensiones (35x40x70 cm) se encontraban en un deplorable estado
de conservación. Uno de ellos especialmente, puesto que aparecía roto y
fragmentado, cuya mayoría de restos desmembrados se conservaban. Una densa capa
de polvo y suciedad ambiental cubría la superficie de ambos, además de deyecciones
de insectos y restos de cera y hollín.
En su origen, la
pareja de ángeles orantes fueron adquiridos, junto a otra de similares
características, y regaladas al templo del Santo Ángel por familias allegadas a
la comunidad carmelita. En concreto estos dos se ubicaron desde su llegada en
el altar de la Virgen del Pilar, en la cabecera del templo por el lado de la
epístola. Con el tiempo, uso y deterioro, fueron retirados y, por suerte,
conservados en los almacenes de la iglesia, aunque en muy mal estado de
conservación.
El ángel roto
mostraba, en la separación de la cabeza, la estructura interna de alambres y
estopa que refuerzan la mezcla de estuco y cola utilizada para positivar la
figura. Existían en él multitud de grietas que no afectaban excesivamente a la
estabilidad estructural pero sí creaban un foco de entrada de suciedad y
probabilidad de anidación de insectos en la parte interna de la pieza.
Con el golpe que causase
la rotura y desfragmentación de la pieza, los alambres que componen la estructura
interna de la pieza se habían deformado. Una de las alas estaba rota y
deformada, y la otra separada en varios fragmentos. El otro ángel tenía una de
ellas sujeta al cuerpo y la otra faltante en su totalidad. En ambas se observaban
los anclajes a base de tornillos de rosca, afianzados a la espalda a un embón
de madera interno que hacía las veces de estructura sustentante.
Como proceso de
intervención, se empezó por una limpieza superficial mecánica del polvo,
depósitos ambientales y deyecciones. Especialmente siendo intensa y detallada
en los restos de cera que fueron retirados de forma mecánica. Se consolidó puntualmente
con resina acrílica en dispersión acuosa a baja proporción inyectada en el
interior de las piezas y aplicada a pincel en las partes externas.
La adhesión de partes
rotas y perdidas se realizó mediante adhesivo de acetato de polivinilo, se hizo
la recomposición de roturas con los fragmentos conservados y modelado de los
alambres internos devolviéndolos a la forma más original para que se adaptasen
a los volúmenes de la pieza.
La limpieza físico-química de las piezas se
llevó a cabo con jabón de ph neutro en disolución acuosa y, puntualmente, con
disolvente orgánico en zonas repintadas que, por fortuna, eran las menos. Se eliminó
así la suciedad y devolviendo visibilidad a la policromía.
Se aplicó un barnizado
intermedio de protección y, posteriormente, se modelaron los faltantes con
masilla de modelado acrílica, de secado al aire. Se realizó un molde de silicona
con posterior positivado en resina acrílica por colada del ala perdida,
utilizando la pareja del otro ángel. En el conjunto de las cuatro alas se
afianzó el sistema de anclaje original mediante tornillos y se mantuvo de tal
modo, para facilitar el montaje y desmontaje de las mismas. Se cambiaron, eso
sí, los ocho tornillos necesarios originales, oxidados ya, por otros actuales
de acero inoxidable.
Para finalizar, se
estucaron las lagunas utilizando un preparado de masilla acrílica sintético,
que posteriormente se niveló y texturizó donde fue necesario. Con la
reintegración cromática de base acuosa, utilizando tintas planas, y posterior
retoque cromático con pigmentos al barniz Maimeri,
y el barnizado final se dio por finalizado el proceso de intervención.
En la actualidad, esta pareja de ángeles han vuelto a ocupar su lugar de origen custodiando a la Virgen del Pilar, tras el desmontaje del Belén Napolitano en estas pasadas fechas navideñas.
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