Hace poco
se presentó en Burriana (Castellón), en la parroquia que la venera como
Titular, la restauración de la Imagen de la Virgen de los Desamparados. La
talla, obra de Efraín Gómez de 1982, ha sido objeto de un proceso de
intervención que ha durado dos meses. Es una talla completa sobre madera,
dorada, estofada y policromada, de 150 centímetros de alto. Cabe añadir que la corona y ráfaga que lleva, de orfebrería, le otorgan una altura total cercana a los 180 cm. En ocasiones se
reviste con mantos de seda y peluca de pelo natural.
Mucho, muchísimo, podríamos hablar de esta
iconografía mariana. Pero no va a ser el caso. Es muy conocida y extendida su
devoción, tanto en la geografía nacional como en otros puntos del mundo. Bastará, pues, con
apuntar genéricamente que se trata de una representación de la Virgen María con
el Niño Jesús en los brazos. Lleva dos infantes a los pies, representando a los
Santos Inocentes muertos a manos de los soldados en la persecución de Herodes
(simbolizando, al mismo tiempo, los Inocentes, Mártires y Desamparados que
pusieron bajo la protección de la Virgen al iniciarse la Cofradía en el siglo
XIV). La Virgen porta en su mano derecha un ramillete de azucenas, y el Niño
una cruz en la misma mano. Es Patrona de la Ciudad de Valencia y la Comunitat
Valenciana.
La talla presentaba un deficiente estado de
conservación. Tenía grietas y fisuras que procedían de la obertura de los
ensambles del embón de madera que forma la efigie. El dorado estaba rozado y
erosionado, al igual que la policromía de las carnaciones por el roce con los
aditamentos tipo tejidos y joyas que adornan la Imagen, así como el tacto de
los devotos. Estaba cubierta por una capa de suciedad propia del paso del
tiempo y el culto a la Imagen.
El soporte se encontraba en buenas
condiciones, salvo por las fisuras y grietas que procedían de la obertura de
los ensambles de los listones que conforman la talla. Las grietas y fisuras no
eran estructurales ni presentaban peligro para la estabilidad e integridad
física de la madera. Pero sí suponían un deterioro importante, sobretodo
estético, si no se estabilizaban y sellaban correctamente. De lo contrario,
podrían crecer y abrir en mayor magnitud, llegando a zonas visiblemente
importantes de la talla como los rostros de la Virgen, el Niño o los Infantes. La
mano de la Virgen tiene clavadas dos puntillas que, puesto que se encontraban
en buen estado y no presentaban oxidación, se decidieron mantener. En la parte
inferior interna del manto presentaba unas perforaciones agrupadas en pareja,
siendo seis por cada lado. Se debían a que, de forma poco adecuada, se sujetó
aquí la estructura o pollero utilizado para revestir la Imagen con manto de
tela natural, que iba anclado además a la pletina que sujetaba la aureola. Éstos
agujeros eran perjudiciales para la Imagen, pues suponían un foco de entrada de
suciedad, insectos y bacterias al interior de la talla, peligrando su
integridad estructural.
La capa de dorado y policromía
presentaba grietas y descamaciones del dorado, ocasionando problemas de
consolidación y pulverulencia. Esto provocaba lagunas y faltantes de metal, con
la consecuente falta de esgrafiado y temple. El oro estaba erosionado por el
roce y manipulación de la Imagen.
El metal se encontraba apagado por
la capa de suciedad que sobre él se ha ido depositando con el paso del tiempo.
En cuanto a la policromía
encontramos pernos y cáncamos en los que se sujetan los aditamentos que se
superponen a la talla y erosionan la policromía, como el aderezo de joyas que
luce. En las manos de la Virgen, el Niño, manos
y brazos de los infantes había erosiones y rozaduras causadas por la misma
razón, así como por los distintos actos de besamanos y otros desgastes propios
de una Imagen Devocional al entrar en contacto directo con los devotos. Todo el
pelo estaba repleto de zonas desgastadas y erosionadas, producidas también por
el roce. Encontrábamos un inadecuado sistema de agarre del ramillete de
azucenas de orfebrería, pues atravesaba la mano, a la altura de la unión del
pulgar e índice, con un alambre; y se aseguraba además con un tornillo clavado en
el dedo pulgar de la Virgen.
El proceso de intervención empezó
por una limpieza superficial. A continuación, fue necesario empezar con
la limpieza físico-química de la talla, puesto que la suciedad quedaba más
adherida si se consolidaban las partes debilitadas. Empezamos trabajando sobre
las zonas de oro, limpiando con alcohol. Terminada la limpieza en todas las
zonas de oro, se inició el proceso en la parte de color liso del manto de la
Virgen. Se realizó una primera fase de limpieza con agua destilada y jabón de
pH neutro a baja proporción. La segunda fase, de mayor profundización, se realizó
con una mezcla de agua y alcohol a la que se añadió jabón neutro. En esta zona fue visualmente impactante comprobar el nivel de suciedad que tenía la talla, como observamos en la secuencia de imágenes que presentamos a continuación.
La
última parte del proceso de limpieza, consistió en la eliminación de la
suciedad de las carnaciones. Para ello se realizó una primera limpieza con agua
destilada y jabón neutro a baja proporción. La segunda se acometió con
disolvente aromático y jabón neutro. Se igualó la limpieza y se eliminaron
manchas más profundas.
Terminado
todo el proceso de limpieza, empezamos con en tratamiento del soporte mediante
la consolidación. Para ello, inyectamos una dispersión acuosa de resina
acrílica, rebajada en agua destilada.
Realizada la primera fase de consolidación, se aplicó un barniz protectivo a la Imagen. Se realizó con barniz mate, rebajado en disolvente, y aplicado a brocha.
Realizada la primera fase de consolidación, se aplicó un barniz protectivo a la Imagen. Se realizó con barniz mate, rebajado en disolvente, y aplicado a brocha.
El siguiente
punto fue devolver la integridad estructural a la talla, sellando grietas y
reintegrando faltantes con resina epoxídica bi-componente para madera. Se sellaron
los agujeros en la parte interna del manto, faltantes en la mano y zonas del
pelo de la Imagen. En las grietas, en cambio se optó primero por un chuleteado
de madera, pues algunas eran muy finas como para asegurar una correcta
penetración de la resina. Para ello, se escogió una madera blanda de pino para
que no crease tensiones con la materia original de la Imagen.
Terminado
el proceso de reintegración volumétrica, iniciamos el estucado, usando para
ello un estuco sintético comercial. Se aplicó una primera mano a pincel sobre
las lagunas, ligeramente diluida en agua, para asegurar una correcta
impregnación sobre el faltante. Una vez seca, se aplicaron sucesivos estratos
hasta conseguir el espesor deseado. Terminamos el proceso con el enrasado y
texturizado de las lagunas.
Finalmente,
procedimos a la reintegración cromática. Una primera capa se aplicó con
témperas al agua que, tras el barnizado de saturación, se retocaron mediante
pigmentos al barniz. Se utilizó, según la dimensión de la laguna, el
puntillismo para las menores, y el rigatino para las de mayor tamaño. Con el
barnizado final protectivo, aplicado a spray, terminamos la intervención.
El último
paso fue crear unas almohadillas aislantes con caucho para las coronas y el
resto de preseas de orfebrería, para evitar roces y erosiones sobre la
policromía. También se corrigió el pollero y los aditamentos con que se reviste
la Imagen para, además de asegurar una más correcta y fácil colocación,
asegurar que no desestabilizan ni dañan la integridad de la Virgen.
Comentarios
Publicar un comentario